Hoy, día 10 octubre, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental. Una fecha marcada en el calendario desde 1992, cuando fue impulsada por la Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH) y respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), con un claro objetivo: sensibilizar a la sociedad y combatir el estigma asociado a los trastornos psicológicos.
La visión -e incluso el abordaje de la temática- sobre el tema ha cambiado con el paso de los años. Hace incluso menos de una década, hablar de salud mental y de problemas psicológicos (e incluso psiquiátricos) era algo complicado e incluso motivo de burla, risa o ataque.
Menos mal que esto ha cambiado y que la sociedad se ha dado cuenta de que es importante, también, cuidar la salud desde otra arista que hasta el momento parecía olvidada. Ya no solo a través de la nutrición (es decir, comer sano) o ir al gimnasio o mantenerse activo físicamente, sino que abrazar las emociones, cuidarlas, tratarlas y conocerlas es vital para un buen funcionamiento de nuestro cerebro. Bueno, del cerebro y de todo el cuerpo. ¿Qué pasa aquí? Que aparece la somatización y otras cosas con las que nuestro cuerpo nos sorprende a diario.
Hablar de ansiedad, depresión, estrés o suicidio nunca ha sido tan fácil como lo es en estos momentos. Una sociedad concienciada con la necesidad de cuidarnos mentalmente, de aprender a gestionar las emociones (los más jóvenes, una mayoría, parece que tienen interiorizada esta parte), saber poner límites, a dejar ir y, en definitiva, a manejar conceptos que para otras generaciones son resultado de años de terapia.
Esta es nuestra principal batalla, ¡y qué necesaria! No obstante, esto no debe parar ahora y tenemos que seguir luchando para conseguir el verdadero (y real) bienestar y el cuidado personal de esta, nuestra sociedad. La parte teórica, al menos gran parte de la población ya la tiene interiorizada; hablar de emociones es una herramienta fundamental y bien necesaria.
Por ello, es de vital importancia, y así lo reiteramos, poder contar con una buena red de apoyo para cualquier persona que pueda necesitarlo. Esto pasa por poder tener un grupo de amigos, familia o personas significativas con las que poder abrirse y compartir cómo nos sentimos.
Eso sí, esto es necesario y muy útil, pero la verdadera necesidad es tratarlo con personas especializadas, como son los y las profesionales de la psicología y de la psiquiatría, quienes nos pueden facilitar las herramientas para gestionar cada situación que se nos plantee en la vida.
De hecho, aquí es necesario abrir un nuevo melón. El acceso a sesiones con un/a psicólogo/a. Acudir al médico de cabecera para que valore si es necesario para luego entrar en una lista de espera que nos lleva a meses para poder, por fin, sentarnos frente al profesional, hace que mucha gente se decante por acudir, directamente, a los profesionales de la sanidad privada. ¿Cuál es el problema?
No todo el mundo puede permitirse sesiones de una media de 60-70 euros cada dos semanas, según la necesidad de la persona. Entonces, pasa a convertirse en un lujo, alejado de la necesidad universal que debería ser. Con la salud mental no se juega. No debemos ni podemos dejarla de lado.
Y tú, ¿te estás cuidando en este campo?
¡No estás sol@!