En Baleares, el invierno huele a azúcar, a horno y a almendra. Cuando el frío se cuela por las calles empedradas y el viento del mar recuerda que la temporada baja también tiene su encanto, las mesas mallorquinas se llenan de postres tradicionales que endulzan los días más cortos y despiertan recuerdos de familia, fiesta y hogar.
Entre los más icónicos se encuentra la ensaimada, reina indiscutible de la repostería balear. Su masa ligera y esponjosa, elaborada con harina, huevos, azúcar, levadura y manteca de cerdo —la famosa “saïm”—, requiere paciencia, mimo y una buena dosis de tradición. Aunque se disfruta todo el año, en invierno adquiere un encanto especial acompañada de un chocolate caliente o un café con leche mientras fuera llueve o sopla el viento. Y para los más golosos, las variantes rellenas de cabello de ángel, crema o sobrasada son un auténtico placer.
Otro imprescindible de esta época es la coca de patata, típica de Valldemossa. Su textura suave y su sabor delicado la convierten en el acompañamiento perfecto para una merienda tranquila. Hecha con patata cocida, azúcar y manteca, se sirve espolvoreada con azúcar glas y se disfruta mejor aún cuando el aire trae el aroma a chimenea y las calles del pueblo están cubiertas de calma.
No pueden faltar tampoco los robiols y crespells, dulces de masa fina que se preparan tradicionalmente en Semana Santa, aunque en muchas casas se adelantan a los meses fríos. Los robiols, rellenos de requesón, cabello de ángel o mermelada, y los crespells, en forma de estrella o flor, son la mejor excusa para reunir a la familia y disfrutar del arte de amasar y hornear juntos.
Y, por supuesto, la almendra mallorquina, ingrediente protagonista de muchos de estos postres. Su sabor inconfundible y su calidad excepcional hacen posible delicias como el gató de almendra, un bizcocho ligero sin harina que se suele servir con una bola de helado de almendra o de turrón. Este contraste entre lo templado y lo frío resume a la perfección la esencia del invierno mediterráneo: cálido y dulce al mismo tiempo. ¡Aunque haga frío, déjate conquistar por los sabores y contrastes!
En MarSenses, creemos que la gastronomía es una forma de conectar con el lugar y con su gente. Cada bocado de estos postres típicos mallorquines nos recuerda la importancia de los pequeños gestos: compartir, celebrar y disfrutar del momento. En cada ensaimada, coca o gató se esconde una historia de familia, de paciencia y de amor por lo auténtico.
Así que este invierno, deja que el aroma del azúcar y la almendra te guíe. Descubre Mallorca a través de sus dulces, disfruta del placer de una merienda frente al fuego y redescubre el verdadero sabor del hogar. Incluso con amig@s en una tarde de sábado o domingo… ¡Es el plan perfecto!
PD: No somos de recomendar sitios en particular, pero en cuanto a estos postres, uno de los sitios que tanto mallorquines, turistas e incluso vecinos de nuestras islas visitan diariamente es Ca’n Joan de s’Aigo (con varias ubicaciones en Palma). Si vais con un grupo (o en pareja o solos pero con mucha hambre 😊) pedid una cosa de cada y podréis probar las delicias que hay.
PD2: Se me está haciendo la boca agua 😊 ¿A ti también?